lunes, 15 de agosto de 2011

Autobiografía.

COMO LA MARIPOSA…
Antes de ser esta la entrada inicial de mi blog, es un acceso como pequeña apertura que brindo de lo que soy, de lo que ha conformado mi sentir y pensar a través de lo que he vivenciado. La publico no sin antes expresar que con el temor de que escribir no es fácil, menos hacerlo notorio, me arriesgo y presento algo de mi historia… una pincelada que ha dado color a mis alas que en ocasiones se valen del mimetismo para tratar de evolucionar dentro del aprendizaje diario.  
Hija de dos orgullosos ocañeros: Hugo Martínez Lázaro, músico innato y autodidacta intérprete de diversos instrumentos maravillosos que cantan deliciosas melodías; y Deyanira Pérez Contreras, mujer entregada a su familia, al amor y cuidado de sus tres ángeles, siendo yo la menor de ellas. Me presento con el nombre de Álix Martínez Pérez, una bumanguesa alegre, soñadora, amante del ritmo, de su diversidad, de la luna, las mariposas, los besos y abrazos, la crema chantillí, las manzanas verdes, el arequipe, el color azul, el ejercicio físico y mental, pero en especial de la pasión por el querer y hacer para ser feliz.
Ahora, después de esta breve presentación paso al objetivo de este escrito: narrar mis memorias ante la experiencia que he tenido en mi proceso de lectura y escritura, que para mí ha sido el transcurso de metamorfosis para ser, desde mi perspectiva, libre.

Rememorando instantes, recuerdo ser una pequeña consentida y juguetona a la que le gustó desde el principio ir a la escuela. Cuenta mi madre que era una niña muy aplicada, que no me gustaba que me ayudaran en las actividades extra-clase, que con agrado y dedicación, después de llegar del “cole” y sin que nadie me lo pidiera, cumplía con mis labores escolares. Entre mis vagos recuerdos está la Concentración Escolar Juan Pablo Segundo como mi inaugural institución educativa. No logro acordarme del nombre de mi maestra, pero sí del gran cariño mutuo. A punta de planas de bolitas, churrusquitos, palitos, colombinas, entre otras figuritas “solté la mano” para aprender a graficar las vocales, las consonantes y su unión silábica en las palabras sencillas y hermosas: pa-pá y ma-má, entre otras muy conocidas. A la par de desarrollar mis habilidades y gusto por el aprendizaje entre vocales, palabras sencillas, colores y figuras, crecía mi deleite por la danza y la libertad de mi cuerpo al expresarse con alegría en el baile, en su diversidad de géneros.


Luego ingresé a primer grado, en el Instituto Rafael Pombo ubicado en Lagos II, Floridablanca, Santander; donde estudié toda la básica primaria. Con la ayuda de la cartilla y mi maestra, aprendí a decodificar vocablos y frases cortas como mi mamá me mima, etc. Nunca recibí castigos, ya que era muy aplicada, pero si tuve compañeritos a los que la profe les daba reglazos y coscorrones por no querer emplear lo aprendido, para ella eran indisciplinados y desaplicados, yo nunca estuve de acuerdo con eso y me ponía muy triste. Sin embargo, tuve poca incentivación a la lectura y la escritura. Sólo cuando estaba en cuarto, la maestra de Español nos puso a leer El Principito de Antoine Saint-Exupéry, que en realidad me gustó mucho, y De los Apeninos a los Andes  de Edmund de Amincis para que hiciéramos de cada uno par de historietas. Posteriormente, las clases de esta materia eran solamente teóricas.

Asimismo, evoco momentos donde intentaba escribir para mi abuelita, quien me mostró y leyó la poesía que mi abuelito, quien no alcancé a conocer, inspirado en su amor le dedicaba; aún tiene guardado sus memorias en un álbum. A ellos les heredé el amor por este arte, no de manera teórica pero sí de manera sublime. Y siempre en las reuniones familiares en el aniversario de doña Rosita, me ponían a leer lo que le escribía, hasta que crecí un poco y me volví más tímida y temerosa con mis escritos. Igualmente, recuerdo un regalo que me fascinó, mi tía cuando yo tenía 8 añitos, me obsequió un baúl con 5 cuentos de princesas de los hermanos Grimm, los releí hasta el cansancio.
Después nos cambiamos de barrio, ahora vivíamos por los lados del centro, lo que obligó a mis papis a que me cambiaran de colegio. Me matricularon desde sexto grado en el Técnico Empresarial José María Estévez, donde estudié todo el bachillerato. Allí, conocí lo que era la lectura de apoyo emocional y esas cosas de actitud positiva, también me hicieron leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez y su Juventud en Éxtasis, y cantidad de libros que eran aburridos y monótonos, excepto por Vivir para contarla de nuestro conocido Nobel Gabriel García Márquez.  

Me gradué, hice una carrera técnica de un año, trabajé otro en un almacén de peluches y tarjetería. Afortunadamente pude ingresar a estudiar en la Universidad Industrial de Santander, estoy cursando el programa de Licenciatura en Español y Literatura, soy humanista y eso me llena.
Sintetizando, puedo decir que lo que realmente me ha gustado leer, lo he conocido en la universidad, y sé que me falta un sinfín de textos que debo conocer, adquirir un bagaje literario mucho más amplio para fundamentar mi carrera profesional y su práctica. Aunque el tiempo es rápido e imparable, no hay marcha atrás, esto es lo que me gusta, quiero despertar este interés en mis futuros estudiantes, para que como yo sueñen la libertad en la lectura y la escritura, se embellezcan aprendiendo y aprovechen su vida como si fuese el día único de la lepidóptera.
Álix Martínez.

        Taller de didáctica de la lengua materna.

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